Presentación
Por: Einer Mosquera Acevedo, RedSimmel-Colombia
En una ocasión anterior habíamos iniciado un homenaje a Georg Simmel reconociéndolo como un autor con el que formulamos y respondemos nuestros interrogantes, tratando de proporcionarle nuevos sentidos a su obra. Esta vez, como continuación de ese propósito, publicamos el aporte de nuestro asociado Andrés Mauricio Soto. Aquí Soto comparte sus reflexiones sobre los clásicos de la sociología, su mirada sobre el caso sui-generis de Georg Simmel como uno de ellos, pero sobre todo cómo esto ha repercutido en su propósito personal de trazarse una agenda de investigación con y más allá del berlinés. A partir del interés por el otro, lo situacional y el espacio, Soto nos muestra cómo ha configurado un hecho para la indagación sociológica, esto es, la caracterización de la élite de la ciudad de Medellín a inicios del siglo XX según su particular percepción del espacio.
Intentamos, con este tipo de participaciones, afianzar una de nuestras líneas editoriales, esto es, la certeza que la convergencia de diversas agendas investigativas posibilita la continuidad de nuestra articulación como red.
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INVESTIGAR CON GEORG SIMMEL
Por: Andrés Mauricio Soto, RedSimmel-Colombia
La investigación sociológica sobre la base de un clásico de la disciplina remite, por su naturaleza, al interrogante por la pertinencia y validez contemporánea de aquellos postulados del autor sobre los que el investigador fundamenta su propia reflexión. La distancia socio-espacial, al igual que la diferencia entre la época del clásico y la del investigador, suele ser uno de los puntos neurálgicos cuando se plantea la pregunta por la apropiación contemporánea de un clásico de la sociología. La inquietud por el método, a través del cual el clásico vio e interpretó la realidad de su tiempo y sociedad, suele ser también una cuestión recurrente para quienes quieren resignificar el legado histórico y sociológico de los primeros pensadores de la disciplina. Todo esto se fundamenta y determina, en síntesis, en las particularidades que resultan de la relación entre el investigador y el legado de un autor considerado por diversos motivos como un clásico.
En el caso de una figura clásica como Simmel, los interrogantes de su apropiación dentro del marco de una investigación suelen tener sin embargo ciertos matices y particularidades. El uso de un «método» claro y replicable, la semántica y estructura narrativa de sus textos, los relatos heredados de los historiadores de la sociología y demás ciencias sociales, su peculiar posición dentro del mundo académico alemán y la forma como se interpretó su legado intelectual durante gran parte del siglo xx, son algunos de los matices históricos y teóricos que se presentan cuando se decide tomar el legado simmeliano como parte fundamental o complementaria de una agenda de investigación. A pesar de todo es posible, una apropiación en clave contemporánea de Simmel, principalmente para una sociología que dentro de una investigación se apoya en una posición temática y no paradigmática.
En las siguientes líneas se presenta una reflexión al respecto. A partir de la cuestión del otro y el espacio en la sociología de Simmel, se delinea así algunos aspectos a tener en cuenta cuando se toma la decisión de investigar con el legado del pensador berlinés. Estos aspectos estarán justificados en la propia experiencia de quien escribe como miembro de RedSimmel y ejemplificados a través un caso histórico-social concreto: la relación de la élite antioqueña con el otro y el espacio.
Ahora bien, uno de los primeros aspectos que resultan de la delimitación del pensamiento de Simmel dentro de una agenda de investigación, es el enfoque temático y situacional que uno encuentra en su propuesta sociológica. Se trata de una invitación cuya unidad no se determina a partir de un lenguaje más o menos uniforme y un método que paute la semántica y narrativa de la exposición. Es básicamente una posición que, al asumirse, conlleva a que el investigador tenga un desplazamiento en el lenguaje y los criterios expositivos a través de los cuales se asume la situación particular en conocimiento. El énfasis está dado así en el hecho de que el investigador termina construyendo un saber a partir de sus condiciones, las condiciones de los otros y el objeto del conocimiento que motiva este saber. En Las grandes ciudades y la vida del espíritu [1903], p. ej., Simmel ilustra este enfoque temático y situacional cuando afirma:
Allí donde se hace la pregunta por los productos de la vida propiamente moderna de acuerdo con su interioridad o, por decirlo así, el cuerpo de la cultura según su alma -tal como me está incumbiendo a mí ahora frente a nuestras grandes ciudades-, se debe investigar la respuesta a la ecuación que establecen tales formaciones entre los contenidos individuales y supraindividuales de la vida, a las adaptaciones de la personalidad por medio de las cuales esta se adecúa a sus poderes externos.
Otro ejemplo de lo anterior se encuentra en Sociedad entre dos [1908], texto en el que Simmel muestra su enfoque temático y situacional de la siguiente manera:
En el momento que la ciencia sociológica reconoce las consecuencias del hecho de que el individuo no está solo en el mundo, sino determinado por la coexistencia con el otro, puede entonces su mirada no limitarse a las grandes formaciones colectivas que se circunscriben a la ciencia y la política, a la iglesia y el derecho, a la civilización y la familia. Si no es este el caso, su mirada debe fijarse en aquellos vínculos más sutiles y efímeros de nuestra vida que, siendo miles, determinan las relaciones que se originan entre persona y persona; vínculos muchas veces olvidados, reanudados y reelaborados, hilos con los que se enlaza la fortaleza y vitalidad interna de nuestra existencia a la del otro.
Ambos fragmentos, que contrastan entre sí, permiten de este modo identificar la plasticidad de Simmel para definir la situación y temática específica de su reflexión. A medida que se avanza en los textos, uno percibe una diferenciación en el lenguaje de ambos y los criterios del conocimiento usados para darle forma a sus respectivos contenidos. Un cambio en la posición del investigador-observador implica, a saber, un cambio en el lenguaje y una nueva mirada de los contenidos (históricos e individuales) que lo sostienen; hecho que se ve reforzado cuando también se contrasta, en finalidad y estructura argumentativa, Las grandes ciudades y la vida del espíritu con Sociología del espacio, textos que Simmel escribió en el mismo año y en los que abordó el tema del espacio.
Si bien estos dos escritos están relacionados por la cuestión del espacio, las perspectivas asumidas por Simmel en ambos son evidentemente diferentes. En el primero hay un lenguaje que constantemente está aludiendo al concepto de vida y la «dinámica» de vivir en la ciudad; en el segundo, por su parte, hay un lenguaje orientado al concepto de espacio y las formas sociales e históricas del mismo como pre-condición formal de toda asociación (Vergesellschaftung). Las situaciones y fenómenos que se abordan en cada uno contrastan igualmente entre sí; pero, desde la peculiaridad de su lenguaje, presentan puntos comunes y se complementan mutuamente, es decir, forman una unidad a través de su diversidad y sus determinaciones. Estos puntos comunes y unidad son posibles por la ontología y epistemología de Simmel, por la concepción misma que él tuvo de la sociología (otro aspecto que se debe, en efecto, considerar al investigar con Georg Simmel).
El hecho de que la realidad (social) para Simmel sea una construcción con el otro es una condición ontológica que se encuentra claramente en Las grandes ciudades y la vida del espíritu, Sociología del espacio y Sociedad entre dos. Los conceptos de interrelación (Wechselwirkung) y asociación (Vergesellschaftung) están fundamentados epistemológicamente en esta condición. El primer a priori sociológico, cuya explicación aparece en la digresión ¿Cómo es posible la sociedad?, inserta directamente en el análisis simmeliano de las formas sociales o de asociación la pregunta por el otro. Los textos aludidos también están unidos por los conceptos de distancia y proximidad, forma y contenido, diferenciación y delimitación social, por el énfasis de Simmel en «aquellos vínculos más sutiles y efímeros de nuestra vida que, siendo miles, determinan las relaciones que se originan entre persona y persona».
En Sociología del espacio la cuestión del otro surge cuando Simmel habla de la delimitación social. Allí la forma espacio es asumida concretamente como una consecuencia de nuestra relación con el otro y la posibilidad de cada individuo de delimitar la acción e influencia de los demás. En Las grandes ciudades y la vida del espíritu la cuestión del otro está presente en el análisis de Simmel de la aversión y reserva que tiene el habitante de la gran ciudad ante las otras personas. El racionalismo e intelectualismo, que significan cierta distancia (espacial y subjetiva), son fundamentales allí para entender las condiciones sobre las que se forma la relación con el otro en la gran ciudad. En Sociedad entre dos la relación construida cotidianamente con el otro es considerada por Simmel imprescindible para entender la realidad social que ocurre «más allá» de aquellas «grandes formaciones colectivas».
Todos estos criterios (el énfasis temático y situacional de Simmel, la cuestión del otro en su epistemología y ontología, y sus reflexiones sobre el espacio) se convierten en insumos para pensar una agenda de investigación con Georg Simmel, a la vez que estos se ven enriquecidos, cuestionados y reinterpretados por el investigador y su preocupación en conocimiento. De este modo hay una codeterminación entre la recepción de un clásico y la agenda de investigación de quien se acerca a su obra. La lectura de un clásico, cuando se da ya una recepción de sus principales ideas, argumentos y se reconoce asimismo sus limitaciones, desarrollándose o no cierta afinidad con su legado, se define a partir de los intereses particulares del investigador, de la capacidad que tienen sus ideas para suscitar nuevas interpretaciones y preguntas al investigador y su realidad espacio-temporal. No menos sucede con las lecturas de la obra sociológica y filosófica de Simmel.
En este sentido, la cuestión del otro y el espacio permite desarrollar, por ejemplo, una agenda investigación centrada en las formas como la élite antioqueña se relacionó con el espacio y con el otro en la época en que, modernizándose, Medellín hizo su transición a ciudad (1880-1930).[16] Pero esta agenda, a su vez, no es posible sin un conocimiento previo de la historia de Medellín y de los principales argumentos e ideas que sus historiadores han desarrollado en torno a su pasado. Esto permite concluir que el modo como el investigador se acerca al clásico es fundamentalmente con preguntas que resignifican constantemente la relación con su legado. Las agendas particulares de los investigadores, y los matices del saber que surgen con ellas, son las que mantienen vivo y vigente a un clásico.
A partir del caso anterior se derivan de este modo situaciones y temas como la autoexclusión del espacio, la percepción del otro y el carácter trashumante por parte de la élite antioqueña residentes en Medellín a principios del siglo xx. En efecto, la forma como Simmel abordó sociológicamente la cuestión del otro y el espacio deja asumir una nueva posición en la que la élite, como tipo social, está espacialmente en relación con. Este aspecto relacional abre así un abanico de posibilidades para reinterpretar la historia de la ciudad, durante su modernización, desde un nuevo punto de vista sociológico. Con la percepción del otro y su irrupción en el espacio es posible, en síntesis, desarrollar esta posición y situación desde una agenda sociológica de investigación. En la introducción de su texto Moscas de todos los colores, Jorge Mario Betancur presenta esta irrupción del otro en los siguientes términos:
[en] 1929 Medellín se llenó de moscas de todos los colores. Llegaron embarcadas en el tren, procedentes de Puerto Berrío, [sumándose así] a un éxodo continuo y regular que, desde varias décadas atrás, venían realizando hombres y mujeres de pueblos de todo el departamento»; para afirmar luego: «[los] forasteros, casi todos sin fortuna atraídos por la prosperidad de Medellín, habitaron casuchas y piezas húmedas y estrechas, o se sumaron a la incontenible nube de langostas que se adueñaron de calles y plazas.
Esta irrupción del otro en el espacio, esta percepción de «las moscas de todos los colores», afianzó así un rasgo característico en la élite de la ciudad de Medellín: su autoexclusión del espacio y su carácter trashumante. Es importante recordar que la apropiación de espacio por parte de la élite en la ciudad antioqueña de finales del siglo xix y principios del xx estuvo motivada muchas veces por un interés económico. La generación de riqueza a través de la especulación y venta del suelo urbano fue una actividad común entre sus miembros. Una institución como la Sociedad de Mejoras Públicas, fundada por la élite empresarial y comercial, desarrollaría una preocupación por lo público mediada frecuentemente por los intereses particulares, lo que desdibujó los límites entre lo público y privado en Medellín durante la primera mitad del siglo xx. Betancur alude a esta forma de apropiación en los siguientes términos:
Don Corolario cumplió su rutinario viaje a Europa y no estuvo en la inauguración del mercado cubierto. Para él, la nueva plaza y Guayaquil dejaron de ser un edificio y unas calles con casas de balcón en medio de mangas. La obra principal del amo del oro en aquellos pantanos terminó. Sus inversiones continuaban y todo era cuestión de tiempo. Sus arcas, de nuevo, multiplicadas y el calificativo de hombre cívico y progresista le bastaron, en ese momento. Desde entonces, fueron los cada vez más numerosos pobladores de Medellín quienes moldearon a su antojo el naciente barrio.
En este punto, se hace válido enfatizar en las últimas palabras de Betancur en torno a los pobladores de Medellín, principalmente porque más adelante afirma:
Los señores Restrepo ahuyentaron de sus casas a algunos inquilinos, pajarracos de malos hábitos. Otros, aprendieron a convivir con ellos, o simplemente se fueron, por evitarse la penosa tarea de moralizar a Guayaquil. Los temerosos de Cristo y seguidores de las buenas maneras que continuaron en el barrio enfrentaron, a su modo, la perversión y vicios de sus nuevos e impúdicos vecinos, que escandalizaron sus oídos con conversaciones soeces y actos indecentes. Muchos ricos comerciantes y negociantes, que habitan las casas de Carabobo, Cundinamarca y la Alhambra, no soportaron más escándalos. Comenzaron el éxodo a las casas del nuevo barrio de Villanueva, en cercanías de la catedral inconclusa del parque de Bolívar.
Con estas referencias se ilustra claramente, por una parte, uno de los muchos matices sobre cómo la élite se relacionó con el otro en la Medellín de la época y, por otra parte, el carácter trashumante y la autoexclusión del espacio que la caracterizaría durante casi todo el siglo xx. Pues este «éxodo» no terminaría en Villanueva, sino que continuaría pocos años más tarde en el barrio Prado, y posteriormente en el Poblado. Su forma de relacionarse con el espacio y el otro hizo que no desarrollara una exclusividad en el territorio. Por lo que su identidad o diferenciación como grupo social no se construyó sobre este y la exclusión del extraño. En conclusión: como tipo social, la élite en Medellín definió formas particulares de relacionamiento con su espacio, con el otro y entre sí.
A partir de este ejemplo se ha ilustrado aquí una parte de lo que implica y significa investigar con Simmel. Sus aportes en torno al espacio y al otro permitieron definir una situación y tema de investigación, y en este sentido una apropiación de su legado a partir de una agenda concreta de investigación. Todo lo anterior da inicio a una serie de preguntas por lo situacional, relacional y temático en la obra sociológica de Georg Simmel, por su relevancia actual en la sociología y por la posibilidad de definir agendas de investigación a partir de aspectos peculiares de su legado. Investigar con Georg Simmel no solo es definir formas de asociación (Vergesellschaftung) y describirlas a partir de la cotidianidad y la experiencia social del investigador (vista desde una posición objetiva), sino también la capacidad de construir un diálogo desde lo contemporáneo y reflexivo con su legado.
Bibliografía
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