“Las Imágenes momentáneas sub specie aeternitatis (de Simmel) ya no pueden seguir considerándose marginales, hay que reconocerles el importante papel que juegan en su obra científica”
O. Rammstedt, 2005
Esta recopilación de notas breves sobre el carácter y enseñanzas que legaron Angela y Otthein Rammstedt, dos eruditos de otro siglo, se presenta a manera de homenaje para una pareja comprometida con el estudio y la difusión del pensamiento simmeliano. Desde que se propuso esta escritura colectiva de un sencillo recordatorio hubo acuerdo sobre la forma, así como la necesidad de mantener un tono sobre todo íntimo y muy circunstancial, a manera de instantáneas. Muy en ese tono fue el encuentro que tuvimos con la pareja en noviembre de 2011 con ocasión de las terceras jornadas sobre el pensamiento de Simmel en la Universidad de Antioquia, en momentos en que las clases se encontraban suspendidas por las protestas estudiantiles, y no era extraño escuchar las esporádicas explosiones de los cócteles molotov, resonando en diferentes sitios de la ciudad universitaria; situación que no impidió que estudiantes y profesores de diferentes universidades públicas y privadas del país, Argentina y México, asistieran con gran entusiasmo y expectativa.
La noticia de la muerte de Otthein Rammstedt nos llega vía email pocos días después de que, precisamente, estuviéramos escudriñando en correos electrónicos de aquella época. Mensajes con requerimientos en inglés de nuestra parte y respuestas en castellano por parte de Angela Rammstedt. Intercambios, o valga decir Wechselwirkung, que estuvieron al inicio llenos de expectativa, luego, de incredulidad de que aceptaran nuestra invitación y, posteriormente, de satisfacción colectiva cuando se hicieron visitantes de este portal. Otras satisfacciones, de orden más personal y experiencial, se encontrarán en cada una de nuestras instantáneas.
Al leerlos diferenciadamente, los recuerdos de aquella ocasión parecerán independientes, sin embargo, aunque agrupados de modo disímil, toma forma la que por definición es una totalidad; un anhelo como el dejado por el Simmel poeta.
Quienes supieron, como nadie, compilar, glosar y enseñar la obra de Simmel ya no están con nosotros. Para los que quedamos se abre, sin duda, una nueva etapa para mantener vivo al viejo Georg. Etapa, como dijo Valentina Salvi, en la que más allá de los exclusivamente exegéticos, han de impulsarnos intereses más comprensivos, críticos y comprometidos con nuestro tiempo presente.
RedSimmel
Instantáneas *
Asuntos pendientes
? ¿Se llama solterita? Preguntan ellos.
? Sí. Contesto mientras como una de un zarpazo.
? ¿A qué se debe el nombre?
? No tengo idea. ¿Les gustó?
? Sí, aunque muy dulce. Usted, aunque sea joven, no debería comer mucho de eso.
No fue el único consejo que me dieron esa noche, aunque fue el único que seguí años después por cuestiones, si se quiere, propias de la edad. Ojalá que la edad también sepa decirme cuándo debería seguir su otro consejo: aprender alemán y estudiar las lecciones de Simmel sobre Kant (GSG 9). Y es que no es una deuda menor. Como retribución a nuestro entusiasmo y vitalidad, son palabras de los Rammstedt, los 24 tomos de la Georg Simmel Gesamtausgabe ocupan un espacio preferencial en el Centro de Documentación de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia desde mayo de 2013; gestión que tomó poco más de un año y que ellos mismos, como si no hubiesen entregado suficiente, asumieron una vez finalizadas las III Jornadas. La obligación como receptor de ese don pesa sobre mis hombros desde hace poco más de seis años. A partir de hoy será un peso mucho más difícil de llevar. Es que el pasado, más que de lo hecho, se compone de lo todavía por hacer.
Einer
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Gratitud
Tras quizás demasiados meses de trabajo de tesis, el camino que había recorrido casi en completa soledad comenzó, al concluirla, a ser un camino de encuentros: como si de una recompensa se tratara, tuve la enorme fortuna de conocer a compañeros que compartían mi misma pasión, comenzando por Olga Sabido, quien generosamente me invitó a participar en las Terceras jornadas simmelianas en Medellín, donde conocí a los jóvenes sociólogos que osadamente asumieron la responsabilidad de organizarlas. Encuentro feliz para mí al que se sumó el gran privilegio de conocer a los profesores Rammstedt.
Tropiezos y desaguisados me llevaron de entrada a pensar que un profesor emérito alemán sería inaccesible del todo. Sin embargo, estaba completamente equivocada. Recuerdo a Otthein Rammstedt en las conferencias que dio, hablando de pie y apasionadamente. Parecía habitado por una urgencia: la de transmitir el legado de Simmel, la de compartir lo que había logrado encontrar tras toda una vida de trabajo. Su sólida vocación didáctica era manifiesta. Completamente adentrado en su afán, durante la exposición su rostro se mantenía muy serio, enrojeciéndose a ratos al acompañar el énfasis que sus manos daban también a sus palabras. En primera fila, durante sus exposiciones, se sentaba Angela Rammstedt, su esposa, del mismo modo que él se sentó al frente durante las participaciones de su compañera. Con ese gesto de permanecer atentos en primera fila parecían sostenerse mutuamente. Era evidente su complicidad. Al final de sus participaciones el rostro del profesor Rammstedt dejaba de estar adusto. Sonriente y accesible para todos, escuchaba y atendía con generosidad a quienes lo buscaban.
Cuando sus participaciones durante las jornadas concluyeron, pensé que ése sería el final del encuentro con ellos, sin embargo, tuve la fortuna esa noche de ser invitada a una velada con los profesores Rammstedt. Quien no conozca Medellín debe saber que es una ciudad preciosa: verde y bañada casi permanentemente por una fina y cálida llovizna. Al menos así me tocó conocerla en ese mes de noviembre. Esa noche por fortuna no cayó la tibia agua; lo que nos permitió reunirnos en un café con mesas al aire libre. Ahí fuimos recibidos por un muy sonriente Otthein Rammstedt, quien nos abrazó dándonos la bienvenida. Fue una velada muy alegre. Todos parecíamos compartir el sentimiento de que se trataba de un encuentro sumamente afortunado. Angela Rammstedt ?quien hablaba perfectamente el castellano gracias a que había estudiado en España durante su juventud? nos compartió el periplo de Hans Simmel ?el hijo de Georg Simmel? tras su huida de la Alemania nazi y los campos de concentración, para llegar finalmente a Nueva York, donde actualmente residen los descendientes del pensador alemán. Otthein Rammstedt, por su parte, bromeó, nos dio consejos (como por ejemplo, estudiar alemán), y nos hizo saber que seríamos bienvenidos si decidíamos ir a Bielefeld a estudiar.
Ahora, tras la muerte de ambos profesores, y más recientemente la del doctor Rammstedt, quiero aquí expresar mi gratitud. Los profesores Rammstedt encarnan para mí algo que se hizo indeleble en mi memoria: cómo algunas personas, a partir de un sueño levantan una gran obra porque tuvieron el valor de tomarse en serio esos sueños. La labor de toda una vida de preservar, compilar y sobre todo estudiar y difundir la obra de Georg Simmel, objetivada en esos 24 tomos de las obras completas del berlinés, es producto de una enorme pasión y compromiso con esa pasión. No fue una tarea meramente intelectual; ahí está jugado todo el ser de quienes la emprendieron. Quizá por eso eran tan afables los Rammstedt: sin ninguna pretensión, trataban con amable atención a quienes nos acercamos a ellos, sin distingos por títulos, jerarquías, escalafones. Me despido con agradecimiento y una sonrisa, respondiendo al rostro sonriente con el que por última vez vi a Otthein y Angela Rammstedt.
Lorena
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Robar el fuego a los dioses
Herr Rammstedt no estaba muy preocupado por la reacción del profesor Donald Levine, de la Universidad de Chicago, por no asistir al evento que por esos mismos días estarían realizando para el lanzamiento de la última traducción de Simmel al inglés, tras haber preferido el clima cálido de Medellín y menos horas de vuelo, al frío del invierno en Chicago. Nada menos que la presentación del libro póstumo de Simmel, Intuición de la Vida (The View of Life es el título en inglés); ocasión a la que el profesor Rammstedt no sólo había sido invitado por el profesor Levine, sino también, como era natural, esperado como figura de central importancia.
Y entonces soltó una sonrisa pícara cuando se enteró de que planeábamos, tal como finalmente lo logramos, hacer algún tipo de transmisión del evento, calculando que podrían descubrirlo en flagrancia (como si alguien además de nuestros amigos y compañeros pensara siquiera en buscar nuestro evento para verlo, ni qué decir enterarse de que existía):
?Seguro se molestará conmigo porque me vine para acá en vez de ir al evento de lanzamiento del libro. Pero yo a todos ellos ya los conozco y sé lo que van a decir. Otro evento donde me dan algún reconocimiento, algún premio. Allá no pasa nada, pero aquí sí están pasando cosas, ¡los jóvenes en la universidad están protestando!
?¡Estudian a Simmel! (Para ser sincero, esto último no lo recuerdo tan claramente como el resto de la conversación, pero me gusta pensar que realmente lo dijo, y simplemente se ha diluido un poco en mi memoria, luego de casi una década).
§
Unos cuantos años después, en enero de 2014, me encontraba al final de mi visita en Toronto para navidad, tomando un café y conversando sobre Simmel con el profesor Daniel Silver. En medio de presentaciones personales y de la conversación sobre nuestro grupo y el interés para contactarlo, nos ha sorprendido descubrir que era él uno de los organizadores de aquel evento de lanzamiento en la Universidad de Chicago, encabezado por el importante profesor Donald Levine, y al que el profesor Rammstedt se había rehusado ir. No había más culpables que nosotros de que hubiesen plantado a los organizadores.
Su expresión denotaba sorpresa, una cierta incredulidad imposible de ocultar.
Yo simplemente me sentí un poco apenado, como si hubiéramos faltado el respeto a alguien, ¡robado el fuego a los dioses!; la verdad era más la alegría por la fortuna de que ocurrió de esa manera ?y orgullo por el grupo, por haber logrado con la ayuda de tanta gente, lo que para nosotros entonces era algo impensado. Y es que la presencia de Otthein y Angela Rammstedt se dio para nosotros cual instantáneas; más como anécdotas que como fotografías formales de un gran evento académico protocolario.
Todo por una invitación hecha sin mucha esperanza por un grupo anónimo de simmelianos en formación de Medellín.
Jorge
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Límites
Leo ?y vuelvo a leer, lápiz agreste en mano? para estas instantáneas las primeras líneas de Intuición de la vida, Cuatro capítulos de metafísica (la edición de Caronte con prólogo de Vernik que compré una tarde en la estación de buses de Observatorio, occidente de la Ciudad de México, 174.30 psmx, 30% de descuento ¿Qué hacían allí esos libros de Simmel de Caronte y Prometeo, editores bonaerenses?), porque Luhmann me desordena la lectura: ¿no será que Simmel le picó muy duro para hacerle ver el problema de un horizonte completamente abierto, aunque la vista sólo llegue hasta un punto donde no alcanza a definir más los objetos y entonces pierde allí toda medida? Encierro con mi lápiz en bruto la reiteración del término “límite”, por ejemplo: “El límite hacia arriba y hacia abajo es nuestro medio para orientarnos en el espacio infinito de nuestros mundos. Pero por el hecho de que siempre y por doquier tengamos límites, somos también límite nosotros” (p. 25). — Conocí, es decir, confluí en un auditorio, en una reunión, en una mesa… con tres nombres sumamente significativos para un profesor de sociología comprensiva, Angela/Otthein Rammstedt y Wolfgang Schluchter (editores de la obra de Simmel y Weber, respectivamente), en el breve lapso de una semana a otra. Con el último, en Cali, donde una tarde después de días de trabajo, desapareció. Había mucho de ansiedad en los organizadores porque nadie sabía de él: regresó tranquilo, con pinta escolar (mochila en la espalda, camisa a cuadros), cuando caía la noche, tras haberse escapado del almuerzo para recorrer por propia cuenta el centro de la ciudad. A la pareja Rammstedt acompañé en el metro-cable que va por la comuna 13 de Medellín, recorrido típico, en una cabina donde nos juntamos dos profesores con sus esposas… y ellos. Admitido el límite del idioma, los observaba con cierta atención: ella con fino autocontrol, él con evidente voracidad, captaban las proporciones urbanas del valle, y como una meditación que él dejó escapar (y Margritte tradujo al vuelo) y ella compartió con un gesto de aprobación, dijeron que los cambios aquí eran veloces, que había mucho de modernidad en una conducta aficionada a la renovación de infraestructura. Lo dijeron mirando el horizonte, mientras en el cerro asomaba la luna. — Creo que estimaban los límites por los cuales debían pasar las obras cuya edición les fueron encargadas por la vida y su destino errabundo. — “Pues el límite en general es sin duda necesario, pero cada uno de los límites determinados puede ser rebasado, toda fijación ser desplazada, toda cadena rota; cada uno de esos actos, evidentemente, encuentra o crea un límite nuevo” (p.26) —
Germán
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Todo es temporal
Murió Otthein Rammstedt; Angela, su esposa, había muerto en el año 2018 pero tardía y vergonzosamente debemos admitir que no reaccionamos igual que ahora, aun cuando ella también fue editora de la Georg Simmel Gesamtausgabe. Puntos suspensivos.
Mis abuelos también se fueron así, sucesivamente, como si la unión cumpliera el popular dicho que resuena en cada casamiento: hasta que la muerte los separe y los una eternamente. Otra razón para no ser abuelo, pienso ya casi como un solterón empedernido. Pero mi padre murió el año pasado, casi solitario y sin nadie que lo siga pronto. Puntos suspensivos.
Augusto
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Abajo: Aspectos de las jornadas sobre Georg Simmel en la Universidad de Antioquia
* Dedicadas también a quienes nos acercaron a ellos: Natalia, Olga, Valentina y Esteban.
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